Opinión: Federico Baeza Mares
Opinión: Federico Baeza Mares
Pongamos nuestro granito de arena y cuidemos el agua
Hace algunos ayeres escuchábamos a nuestros padres comenzar a hablar del cuidado del agua; decían que en años futuros podríamos experimentar escasez; hoy, tenemos una situación en verdad complicada que, de no ser atendida integralmente, involucrándonos empresarios, gobiernos y ciudadanía, nos generará graves problemas.
El estado de Chihuahua, por su posición geográfica y orográfica, se encuentra ubicado en una de las regiones del mundo en las que se padecen fuertes sequías que no permiten el suficiente almacenaje de agua, calores extremos que provocan evaporación de los reservorios del vital líquido, y a lo largo del tiempo hemos tenido que garantizar nuestro abasto mediante pozos que extraen altos volúmenes del subsuelo.
El problema es que, ante la falta de lluvias y la reducida conciencia al utilizar el agua, tanto en las ciudades como en las zonas agrícolas, los mantos freáticos se encuentran, en su mayoría, abatidos o en condiciones críticas.
Si hablamos de números, de acuerdo a informes oficiales de Comisión Nacional del Agua, hay áreas en la agroindustria en las que podría eficientarse hasta el 80% del uso del agua, a través de mejores tecnologías de riego.
En el caso de la ciudad de Chihuahua, según información pública del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), el consumo diario por hogar (de tres a cuatro integrantes), puede llegar hasta los 820 litros, sobre todo en temporada de calor, lo que requiere inyectar mayor volumen a la red para garantizar agua a todas las zonas del municipio. Esta situación nos posiciona en los primeros lugares de consumo a nivel nacional.
Por otra parte, de acuerdo con datos provenientes de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS Chihuahua), el consumo doméstico llega casi al 78% por ciento del total en la ciudad, mientras que el 12 por ciento se destina al sector comercial y para la industria se utiliza el 4.4 por ciento del recurso.
En condiciones óptimas, un ciudadano promedio debería consumir cerca de 80 litros diarios, para uso sanitario, beber y lavar enseres domésticos, entre otras actividades, el problema es que muchos usan hasta 200 litros al día, incrementándose exponencialmente el impacto.
El primer paso a seguir, considero, es asumir nuestra realidad, para luego tomar conciencia de nuestra responsabilidad en el uso diario del vital líquido, tanto en nuestros hogares, como en nuestras empresas y lugares de trabajo.
En el caso de las empresas, sus propietarios y directivos deben promover campañas de cuidado del agua, utilizar agua regenerada para sus procesos productivos y/o buscar crear una red de tratamiento de agua que reintegre ese insumo a la producción propia y la de empresas colindantes; asimismo pueden eficientar sistemas de riego, entre muchas otras acciones.
Por otra parte, estamos ante la llegada de la temporada de calor que obliga a los ciudadanos, por ejemplo, a encender enfriadores de agua día y noche, lo que genera problemas y reduce la capacidad de suministro, por lo que es urgente implementar nuevas medidas que nos permitan garantizar nuestras necesidades básicas.
En resumen, es necesario medir mejor los consumos per cápita y generar conciencia mediante programas específicos del cuidado del agua; generar mayores datos para conocer cuánta agua deberíamos consumir por edades; y mejorar la detección, el reporte y la reparación de fugas, que para ello la JMAS ofrece servicios especializados.
Finalmente, los gobiernos deben buscar alternativas para mejorar las inversiones y prevenir el desperdicio de agua, que, debiéramos considerarlo como una barbaridad, más aún por nuestras condiciones territoriales y climáticas; ¡hasta pronto!